Joseph Merrick "El hombre elefante"

Joseph Merrick padecía una grave enfermedad que comenzó a exteriorizarse a los dieciocho meses de edad. En un primer momento se diagnosticó cómo filariasis, denominada comúnmente elefantiasis, pero se rechazó dicho diagnostico porque las graves malformaciones que sufría no se asemejaban a las que provocaba esta enfermedad. Se le rediagnosticó la enfermedad como neurofibromatosis. Actualmente y de forma mayoritaria, la comunidad científica sostiene que padeció una severa variación del síndrome de Proteus, sin descartar que se tratase de una nueva enfermedad desconocida, siendo Merrick el único caso registrado hasta ahora.

En su historia clínica del Royal London Hospital se describían las malformaciones que sufría en los siguientes términos:

"... una enorme y deformada cabeza, la extremidad superior derecha y ambas extremidades inferiores muy torcidas, acentuando alargamiento e hipertrofia de la mayor parte de los dedos de la mano derecha, escoliosis y una pronunciada cojera en la cadera izquierda. Presentaba innumerables nódulos y masas papilares, a modo de coliflor, ampliamente diseminadas en la piel y tejidos blandos del cuero cabelludo, parte derecha de la cara, espalda, posaderas y extremidades. Del maximilar superior sobresalía una masa de hueso, creando una apariencia peculiar a modo de probóscide ; esta masa había recidivado después de su resección a la edad de 20 años".

Merrick, desde su mirada inocente, atribuía la enfermedad al ataque de un elefante que sufrió su madre durante una feria mientras estaba embarazada de él:

"Vi la luz por primera vez el 5 de Agosto de 1862. Nací en Lee Street, Leicester. La deformidad que exhibo ahora se debe a que un elefante asustó a mi madre; ella caminaba por la calle mientras desfilaba una procesión de animales. Se juntó una enorme multitud para verlos, y desafortunadamente empujaron a mi madre bajo las patas de un elefante. Ella se asustó mucho. Estaba embarazada de mí, y este infortunio fue la causa de mi deformidad"

Y él mismo llegó a describirse así:

"Mi cráneo tiene una circunferencia de 91,44 cm, con una gran protuberancia carnosa en la parte posterior del tamaño de una taza de desayuno. La otra parte es, por describirla de alguna manera, una colección de colinas y valles, como si la hubiesen amasado, mientras que mi rostro es una visión que ninguna persona podría imaginar. La mano derecha tiene casi el tamaño y la forma de la pata delantera de un elefante, midiendo más de 30 cm de circunferencia en la muñeca y 12 en uno de los dedos. El otro brazo con su mano no son más grandes que los de una niña de diez años de edad, aunque bien proporcionados. Mis piernas y pies, al igual que mi cuerpo, están cubiertos por una piel gruesa y con aspecto de masilla, muy parecida a la de un elefante y casi del mismo color. De hecho, nadie que no me haya visto creería que una cosa así pueda existir".

Joseph destacó por su coraje para luchar contra la enfermedad y por su carácter dulce, inocente y educado. Poseía un vocabulario extenso (para la época), y sabía leer y escribir perfectamente.

Después de ser exhibido durante años en ferias ambulantes, el médico Frederik Treves hace un llamamiento a la sociedad londinense para que donen dinero y poder alojar a Merrick de por vida en el Royal London Hospital, donde no aceptaban a enfermos crónicos. La propia Alexandra, Princesa de Gales, y el Duque de Cambridge contribuyeron a ello.

Se le habilitaron unas dependencias, y Merrick pudo dedicarse a sus dos pasiones: la lectura y la escritura. Comenzó a recibir visitas que se sorprendieron por la sensibilidad y educación que transmitía, entre las que se encontró la de la mismísima Princesa de Gales y la de la actriz Ms. Kendall. Ésta última se preocupó en contratar a un artesano cestero que le enseñara a Merrick el oficio que le apasionaba.

Una mañana de Abril de 1890, a la temprana edad de 27 años , fue encontrado muerto en su cama. El doctor Treves , tras un examen, concluyó que murió de asfixia al quedarse dormido debido a que las deformidades le comprimían la tráquea y le dificultaban la respiración. Hoy día sin embargo, y tras un análisis exhaustivo de su esqueleto (conservado en el Royal London Hospital), se estima como causa más probable que se hubiera desnucado por el propio peso de la cabeza.

Merrick escribió:

“Es cierto que mi forma es muy extraña,
pero culparme por ello es culpar a Dios;
si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo
procuraría no fallar en complacerte.”